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CONTRA EL REINADO DE LA TRISTEZA EN EL MUNDO DE LA IZQUIERDA.

Vivimos un tiempo de convulsiones sociales inéditas y de derivas inesperadas de nuestra sociedad. Una crisis civilizatoria colosal cuya resolución no alcanzamos a ver, y no sabemos en qué dirección se hará efectiva.

En este marco, se agolpan aceleradamente teorías del mundo antagonista de los últimos decenios, así como nuevos desarrollos, preñados en su casi totalidad del asfixiante pesimismo y la tristeza interiorizados por los movimientos que, en Occidente, han intentado transformar lo existente, o quizás mejor vegetar en su seno, desde la caída del muro de Berlín.

Hay quien opina que en los próximos20-30 años, poco hay que hacer por parte de los movimientos sociales, salvoesconder la cabeza debajo del ala iniciando micro-iniciativas de transformaciónde la vida cotidiana que puedan dar algún tipo de provecho ya mediado el sigloXXI. Hay quien afirma que “nosotros sólo somos pequeños, garbanceros,miserables, nada, siervos perfectos, siervos para siempre”, y que toda lahistoria de las revoluciones pretéritas no es más que una colosal conjunción deerrores, de los cuales sólo ellos, por supuesto, estarían exentos.

Es un contexto ideológico agobianteque se enseñorea del conjunto del mundo cultural y político antagonista,alcanzando a sus desarrollos literarios, artísticos, teóricos e, incluso,vitales.

Nada extraño, por otra parte, puesesta forma de pensar ya fue analizada en su día por Simone de Beauvoir en sutexto “El existencialismo y la sabiduría de los pueblos”, en el que la filósofafrancesa ponía al descubierto la profunda funcionalidad para el sistema de esaforma arraigada de pensamiento conservador y “populachero” que nos dice quenada es posible, que la realidad es siempre triste y depresiva, que todoesfuerzo transformador no tiene más fruto que el fracaso y el sufrimiento. Unmarco de análisis que fundamenta, lo quieran o no sus autores, un escenario enel que la irresponsabilidad, el conformismo y la pasividad pasan a estarjustificadas, e incluso a ser alabadas como un presunto ejercicio de “lucidez”.

No es más, en definitiva, que lapertinaz teoría del “valle de lágrimas” en que consistiría el mundo material enoposición al siempre preferible mundo de las ideas y las almas puras,encubierta en los ambientes alternativos por interpretaciones deterministas desupuestos desarrollos de la “economía” o la “sociología” que, paradójicamente,se acompañan de críticas “fundamentales” a la misma noción de “ciencia” y de“progreso”. Decimos “paradójicas”, porque resulta sumamente curioso como sepuede afirmar al tiempo que los instrumentos de nuestras ciencias sociales nosobligan a augurar un futuro negro, feroz e inevitable, y que los mismos “nosirven para nada”.

Tristes indicaciones de una“izquierda” que se niega a resistir. De un acervo ideológico que insiste endesconocer la diferenciación tempranamente introducida por Karl Marx entrequienes pretenden únicamente “interpretar el mundo” y quienes aspiran a“transformarlo”. Una diferencia que implica la imposibilidad de cosas como unasupuesta “lucidez desencantada” o una, totalmente glorificada en los últimostiempos, “pasividad revolucionaria”. Sólo en el marco de la praxis es dablepensar lo que es posible y lo que no. Y dicha praxis y dicha teoría son ya, ensí mismas, transformación en acto de lo existente.

Pensar el mundo desde la izquierda no consiste solamente es admitir que existen gigantescas fuerzas que nossobre-determinan y nos empujan en una dirección concreta (eso ya lo pensaban, asu manera, los teólogos medievales con su noción de la “voluntad de Dios”),sino también que esas mismas fuerzas son el producto real de los seres humanosconcretos que con su actividad consciente y productiva las pueden empujar,desviar o revertir.

Una capacidad productiva del serhumano que nunca está más plena de potencialidades inéditas que en los momentosde crisis e inestabilidad. En el momento en que todo se sale de su eje, losleves empujones en una dirección u otra se notan más que cuando todo estáfirmemente asentado.

Es la hora, pues, de plantearnos quetransformar el mundo no es sólo ético o necesario, sino posible en la realidadefectiva. No como cumplimiento de una perfección idealizada en nuestras mentes,sino como real modificación de la estructura de lo existente en la dirección denuestra praxis.

Los que creen que poniendo el acentoen nuestras incapacidades y frustraciones, en nuestras tristezas ydesesperanzas, generan una mayor conciencia sobre lo que “debe ser”, estánequivocados. Porque, como ya indicara Jean Marie Guyau, y reafirmara Kropotkin,el deber ético no es más que la expresión de la capacidad de hacer, de lafuerza vital y la energía del sujeto. Porque puedo, debo. Porque el movimientode mi cuerpo, el esfuerzo de mi mente y la vibración de mis anhelos cambian lomaterial que me rodea en una u otra dirección todos los días, debo realmenteejercitar mis fuerzas para crear un mundo mejor y esculpir una existencia que,en todo caso y como indicaba Sartre, precede a cualquier esencia que se lequiera imponer desde las formas para-religiosas de los profetas de la tristezay el desencanto.

Esculpir nuestra existencia, con lapotencia feroz de nuestra energía, nuestra alegría y nuestro esfuerzo, no sóloes posible sino también pertinente (y es pertinente porque es posible).Resistir es necesario, porque no resistir es hacer real y material el mundoque, precisamente, no queremos. Y transformarnos, nosotros mismos, en quienesno queremos ser.

La tristeza, la impotencia, eldesengaño y el depresivo barruntar sobre un futuro de fracasos inevitables,para los habitantes de los conventos, para los catedráticos grises, para loscansados, para los seres pequeños. Sólo vivimos una vida. Y nadie nos puedequitar la alegría y el placer de la lucha, de la solidaridad, de latransgresión, de la productividad, de la creación.

Y, por último, un mensaje a losjóvenes: nada de evadirse y vegetar con los “cigarrillos de la risa” al margende la rotación del mundo. Es la hora de que nos enteremos de quienes sois. Deque la cultura, el arte, el sindicalismo, la ecología, la teoría crítica, laliteratura, la poesía y los sueños de nuestro tiempo se vean teñidos de vuestrasustancia. De vuestro temperamento. Vuestro lugar está en el centro de laacción.

Salud y alegría.

José Luis Carretero Miramar (abogado laboralista)